Entrevista a las actrices, Guillermina Valdés y Ernestina Pais, por la obra de teatro, El divorcio del año, dirigida por José Maria MuscariEntrevista a las actrices, Guillermina Valdés y Ernestina Pais, por la obra de teatro, El divorcio del año, dirigida por José Maria Muscari

Guillermina Valdés: las enseñanzas de su nuevo personaje en teatro, la relación con sus ex y por qué está sola

2025/12/17 17:00

Guillermina Valdés está entusiasmada con su vuelta al teatro porque dice que su personaje llegó para enseñarle algunas cosas. El 2 de enero estrena El divorcio del año, en el Multiteatro, con libro de Mariela Asensio y José María Muscari, y dirección de Muscari.

Tiene un hablar pausado y una sonrisa tierna. Llega con el guion bajo el brazo, marcado y vuelto a remarcar varias veces, pide una botella de agua y se entrega a la charla con LA NACION. Habla de aprendizajes y cuenta cómo es la relación con sus hijos y sus exparejas, Sebastián Ortega y Marcelo Tinelli. También dice que está sola y así seguirá hasta encontrar un vínculo genuino. Recuerda sus días como estudiante de veterinaria y bañando perros en el negocio de su padre, en su Necochea natal, y revela que nunca se sintió cómoda en el mundo de la moda y que empezó a estudiar teatro como una forma de terapia, sin sospechar que algún día iba a ser feliz sobre un escenario.

-Es el primer elenco cerrado para la temporada de verano de Buenos Aires…

-Sí nos conocimos hace varios meses ya con Fabián Vena, Juan Palomino, Ernestina Pais y Rochi Igarzábal. Es un elenco hermoso, muy ecléctico porque venimos de palos diferentes y eso enriquece el trabajo. Es una obra que está muy mimada, muy cuidada, no porque necesite cuidado, sino porque estábamos con la letra aprendida desde el primer día. Hay mucho compromiso y mucho amor por lo que estamos haciendo, y eso se siente. José [María Muscari] tiene el don de hacer convivir mundos distintos. Yo estoy muy enamorada de su trabajo porque él ya vio la obra antes de empezar a ensayar, y eso nos ordena mucho. Cada uno pone su trabajo personal, pero ya está plantado el timing, la melodía, la coreografía.

-¿Es la primera vez que trabajás con Muscari?

-Sí. José me llamó un montón de veces y yo no podía, pero pensaba que ya iba a llegar el momento. Y llegó. El material me pareció increíble porque es muy disruptivo, muy actual y porque trae muchos temas. No podía parar de leer el libro, porque soy muy dispersa y empiezo a leer, dejo, vuelvo, dejo... Hago siempre lo mismo con los guiones y a este me lo morfé. Y mis hijos me dijeron: “Basta mamá; hacelo”.

Guillermina Valdés asegura que consulta los proyectos de trabajo con sus hijos

-¿Consultás los proyectos con tus hijos?

-Sí, es a los únicos que les consulto. Hasta a Lorenzo, que tiene ya 11 años. Helena ahora está en casa, pero se va a vivir unos meses a Madrid porque está estudiando Psicología y va a hacer un intercambio. Dante y Paloma ya viven solos; Dante es músico y estudia actuación y hace mil cosas. Y Paloma es asistente de dirección. Además, cuando hago obras de teatro es porque me invitan a ver algo, o a procesar algo, o a transformar algo. Específicamente, el personaje de Evangelina me generó mucha curiosidad por cómo ve la realidad, las elecciones que toma, su temperamento. Y ahora que le pongo el cuerpo confirmo que lo tenía que hacer, porque es tan diferente de mí...

Un tema muy actual

-¿De qué se trata El divorcio del año?

-De un matrimonio de más de 30 años; él es un conductor de noticieros megaconocido (Vena) y yo soy su mujer, empresaria, exmodelo, que construí toda mi vida en los medios, compartiendo absolutamente todo lo que hago: cada movimiento, el nacimiento de mi hija, su crecimiento. Hice una especie de reality de eso. La obra plantea cómo los medios te hacen crecer y padecer. En esta pareja está todo podrido hace muchos años y ellos sostienen el vínculo para el afuera, aunque está todo realmente muy mal. El personaje de Ernestina es mi abogada, y Juan Palomino es el abogado de Fabián. Y Rochi es nuestra hija. Son cinco personajes que están en un lugar muy complejo con respecto de su salud mental, pero no es grosero lo que les pasa sino muy actual, como una manera de naturalizar que estamos medio mal y seguimos por la vida llevándonos puestas las cosas.

-¿Y qué te interpeló de tu personaje?

-Tengo una sensación de necesidad de servicio en lo que hago, sino no me llena mucho. Y siento que esta obra, más allá de ser una comedia de calle Corrientes, trae temas trascendentales que quizá no estemos viendo: la frivolidad, la cáscara, lo que armamos para pertenecer, lo que intentamos, todas las cosas que dejamos atrás para ser aceptados y validados por otros. Trae temas muy profundos a la vez, dentro de esa frivolidad que parece ser ese mundo. Es una obra interesante, compleja y divertida. Me interpeló eso y también porque es un personaje de armas tomar. Hay rasgos de su personalidad que me parecen muy interesantes para transitar.

-Creciste en un mundo frívolo, y a pesar de que tuviste parejas muy famosas, mantuviste un perfil bajo. ¿Fue complejo?

-Creo que el costo fue alto y ahora me estoy dando cuenta, a través del personaje de Evangelina. Porque ella no está dejando de ser ella, independientemente de todo lo que está viviendo, y lo pelea con su costo también. A mí lo que me pasó es que sentía que estaba con gente que era más importante que yo en el medio. No en la vida, en el medio. El lugar que ocupaban era más destacado, de alguna manera... Y ese lugar yo se lo daba, y muy tranquila. Y no era solo la pareja, en su momento, sino familias enteras… Entonces, era tanto el cuidado hacia esas personas que prefería mantenerme a un costado, no decir nada que pudiera ofender a alguien, ni molestar o contradecir. Era tanto el costo energético para mí, a veces… Siempre me manejaba con mucho cuidado, hipotecando un poco mi historia personal.

Ernestina Pais también es parte del elenco de El divorcio del año, cuya dirección es de José María Muscari

-¿Y en un momento te diste cuenta de eso?

-En estos momentos que estoy sola. Me levanto a la mañana, hago mi trabajo, cuido a mis hijos y puedo expresarme en un escenario.

-Y no tenés que cuidar a nadie más que a tus hijos…

-Y si tuviese que cuidar a alguien, me tengo que mudar… Porque la verdad que no estoy para cuidar a nadie (risas). Muchas cosas me están pasando y por eso elijo este personaje, que no solo no cuida a los demás, los descuida y no evita el conflicto como yo, lo genera. Es algo que me resulta muy interesante, y es lo que tiene de lindo la actuación, que nos trae la psicología de los personajes. Por eso siempre le recomiendo a la gente que está trabada y le cuesta sacar sus emociones que haga teatro, aunque a los maestros de teatro no les gusta porque no es un espacio terapéutico. Pero yo arranqué así.

-¿Empezaste teatro como terapia y no para ser actriz?

-Empecé a estudiar psicología y quedé embarazada de mi tercera hija y no seguí porque tenía dos nenes muy chiquititos ya y venía todos los días de Pilar a Capital. Entonces me pregunté si iba a quedarme solamente con mis trabajos esporádicos como modelo. Decidí estudiar teatro y encontré un espacio en el que me sentí muy cómoda, y creció mi mundo interno. Y sigo haciendo talleres y cursos.

Guillermina Valdés en El divorcio del año, una de las obras de calle Corrientes en el verano 2026

-Y te despediste de la modelo.

-Me despedí de la modelo que a mí tanto me costó siempre. Fui hasta prejuiciosa con el mundo de la moda, porque no me terminó de cerrar nunca, no me sentía cómoda. Seguramente yo no estaba cómoda, pero te abre muchísimas puertas y lo bueno es ir viéndolas. Yo la vi, entré y hoy por hoy me siento tan feliz siendo una actriz de la calle Corrientes y me planto en mis zapatos realmente como si lo hubiese hecho toda la vida, y lo transito con tanta verdad y con tanta intensidad que no me importa si el recorrido mío no es igual al de Fabián Vena. Porque la vida es una escuela y todos nos vamos formando con las emociones.

-¿En tantos años que trabajaste como modelo, nunca te sentiste cómoda entonces?

-No. Sobre todo en los 90... Creo que era muy insegura, y me costó creérmela. Siento que siempre fui un poco tibia en lo profesional. Ahora estoy siendo intensa, como realmente soy yo que doy mucho y me comprometo. Entendí que siendo tibia no sirvo porque ésta es la Guillermina que disfruto. La auténtica.

Valdés es empresaria de moda -tiene una empres que fabrica perfumes y anteojos-, pero reconoce que nunca disfrutó demasiado de ser modelo

-¿Es verdad que estudiaste veterinaria y trabajaste bañando perros en el negocio de tu papá?

-Mi papá era veterinario y yo trabajé en su veterinaria, en Necochea. Dejé la carrera que cursaba en Tandil y eso no le gustó nada… Seguí trabajando unos meses, pero no la pasaba bien porque él estaba enojado. Así que decidí venir a Buenos Aires, con una mano atrás y otra adelante. Fue la manera que encontré de moverme de un espacio en el que estaba incómoda. Empecé a trabajar como modelo, viví en Nueva York y en Miami hasta que armé mi historia con el papá de mis hijos y fui madre. Después estudié actuación y hace unos años que tengo mis empresas de lentes y perfumes; ya no hacemos calzados. Y tengo mi línea de cosmética natural, Guiv. Soy muy curiosa, no me quedo quieta, me aburro, entonces voy buscando. No hablo de una curiosidad entendida como insatisfacción, sino más bien como crecimiento personal.

-Decías que estás sin pareja…

-Sí, y estoy bien. Desde que me separé la última vez me di cuenta de que la gente no se quiere vincular desde un lugar genuino. Por lo menos la gente que me encuentro yo. Entonces hasta que no encuentre alguien que realmente tenga otros intereses, prefiero estar sola. Hoy por hoy no quiero un compromiso afectivo, pero sí una relación genuina, aunque no tenga un título. No me importa el título porque ya me casé, ya tuve hijos. Tengo el checklist (risas).

Amores

-¿Cómo es el vínculo con Sebastián, el padre de tus tres hijos mayores?

-Me llevo muy bien con él y con todos los Ortega.

-¿Y con Marcelo y sus hijas?

-Cuando elegí a su papá, siempre estuvo todo muy bien. Después me separé y vi escenas o comentarios que antes no había visto, entonces lo tengo que interpretar como una postura ante una situación… Porque la verdad es que nunca tuve un problema con ninguno de los hijos de Marcelo, jamás.

Guillermina Valdes y Sebastián Ortega, cuando recibieron a su primer hijo

-¿Hoy tenés vínculo con todos?

-Sí, sí. En realidad, tengo como más afinidad con algunos de sus hijos que con otros, porque es natural de la vida. Pero tengo una buena relación con todos. También con Marcelo, más allá de tener miradas y valores totalmente diferentes… Y no es que los míos sean mejores que los de él, pero pensamos bastante diferente. Con él tuve una relación de amor muy linda, pero siempre fuimos muy distintos y cuando te enamorás entendés que podés congeniar, y a veces te das cuenta que ya no. Tenemos un hijo en común y necesitamos ir negociando, porque yo tengo otras formas de ver las cosas y acepto que somos diferentes. La idea es que todo sea de una manera armónica porque a mí lo único que me importa es que mi hijo esté bien.

-Decías que pronto Helena se va de tu casa y solo queda Lorenzo, ¿es difícil dejarlos volar?

-Aprendés a ir soltando de a poquito, entendés que no podés controlar nada. Y hay un tema de aceptación porque a veces te llaman y te cuentan, y vos sugerís, deslizás, pero ya sabés que tienen libre albedrío que es propio de cualquier ser humano. Como mamá trato de dar mi opinión y de evitar conflictos.

-Alguna vez contaste que tomás caldo de huesos casi todos los días, ¿es tu secreto de eterna juventud?

-(Risas) Tomo caldo de huesos por lo menos cuatro veces a la semana, aunque haga mucho calor, porque después de los 30 años “los muchachitos” que fabrican colágeno en el cuerpo se retiran (risas). De todas maneras, entiendo que cuando la vida pase menos por la estética, más felices vamos a estar. Soy muy flaquita y después de mis embarazos adelgazaba mucho, entonces volvía al gimnasio para recuperar la masa muscular. Siempre entrené, pero por la cuestión de la sarcopenia, que es muy importante. Sarcopenia es la pérdida de masa muscular, que es lo que tiene que ver con el envejecimiento. Entonces cuando uno pueda combatir antes la sarcopenia es mejor, porque tus músculos se mantienen fuertes y es lo que sostiene todo tu esqueleto. Mi profesor me enseñó que cuando estoy con niveles altos de fuerza, la cabeza está mejor y el cuerpo, más flexible. Hoy tengo 48 años y me muevo mejor en el escenario que a los 30, que me dolía todo. Y es por los hábitos que tengo. En cuanto a alimentación, no como procesados; trato de comer todo lo que es cercano a la tierra, los animales. Lo más natural posible. Por ejemplo, el caldo de huesos lo hago con cosas que desechan como las garritas del pollo. Si me junto con amigos como pizzas, pero en casa me hago un bife con ensalada… No tengo mucha magia en la cocina, no voy a mentir (risas). No me voy a vender porque en la cocina hago agua, y mucho no me gusta.

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